Reus, ciudad industrial de Cataluña, España. Año 1815, 24 de marzo, noche de un Jueves Santo, noche de la entrega, de la ofrenda más preciosa, es la noche del amor, también la noche de la agonía del Señor, del sacrificio, de la traición. Una noche del Jueves Santo, invade la alegría del hogar de la familia Molas y Vallvé, ¡nace una hija!, que será bautizada en la Prioral de San Pedro con el nombre de Rosa Francisca María de los Dolores. Sus Padres José Molas, era un hombre sencillo, devoto amante de la Virgen y por trabajo un artesano hojalatero, María Vallvé su madre, era una mujer caritativa y detallista en los quehaceres del hogar, en un ambiente como este crece la pequeña Doloretes, con este diminutivo catalán como bien le llamaban.
Es en Reus, donde Doloretes va a vivir muchas experiencias de gozo y de dolor, gozo al recibir por vez primera a Jesús en su corazón, con la Sagrada Comunión, gozo de compartir desde muy pequeña el pan con los que lo necesitaban, gozo de acompañar a su madre a visitar a los enfermos, gozo con ir de mano de su padre a visitar a la Virgen. Pero… también sufre momentos muy duros, la pérdida de su madre a la edad de 15 años, la negativa de su padre al no apoyar su decisión de querer consagrar su vida totalmente a Dios, siente la incomprensión y debe esperar diez años, sufrimiento de saber si está agradando a Jesús en lo que hace.
Llega a la edad de 26 años, es el momento de la decisión y la partida, Doloretes va a dejar lo viejo para que la Obra de Dios se haga en ella, ¡la hora de Dios llegó! Su respuesta, es el seguimiento de Cristo consagrando su vida a Él para ser un consuelo, una llamita de esperanza que Dios más adelante hizo descubrir.
En el Hospital de San Juan, es donde inicia su vida consagrada y su experiencia en la atención a los enfermos. De ser Rosa Francisca María de los Dolores, “Doloretes” pasa a ser en su vida religiosa: ¡María Rosa!, es el nombre que toma nuestra Madre, así va a ser llamada y conocida. De ella nos dicen que “No había vacío que su caridad no llenase”.
De ese antiguo hospital hoy sólo se conserva la puerta, encajada en un edificio. Este Hospital estaba dirigido por las Hijas de la Caridad de Reus, una Corporación de mujeres muy piadosas y buenas que se consagraban a Dios en la atención a los enfermos, es en ese grupo de mujeres donde María Rosa inicia su vida religiosa.
Mas adelante, María Rosa, es necesitada en la CASA DE CARIDAD, allí va a ser destinada, encuentra cualquier necesidad en mujeres, niños, ancianos, todos de los que vagan por las calles de Reus.
María Rosa en 1844, se hace cargo de una clase de niñas y asume la dirección de un colegio de señoritas, allí “penetró como ángel de alegría y buen consejo”, aquí realiza su primera actividad como educadora, para lo que antes se tuvo que preparar estudiando entre luces y sombras, la carrera de magisterio.
Nuestra Madre, es una mujer que supo llegar a todos, así la vemos entre los enfermos del Hospital, su primera experiencia de caridad más exquisita, entre las miserias del Hogar de misericordia y en el colegio de niñas.
María Rosa le toca salir de su conocida tierra, debe abrir un nuevo horizonte, debe recorrer nuevos caminos, ¡María Rosa te necesitan en Tortosa! un adiós a sus pobres, a las hermanas, a sus conocidos… 18 de marzo de 1849, con la confianza puesta en Dios, se dirige camino a Tortosa. (continúa en el punto 2)