Tortosa, de la Región Catalana, por dónde atraviesa el gran Río de Ebro, ciudad por donde sacude el viento con su fuerza, y de calles muy antiguas y empinadas. Lugares hacia donde el Espíritu de Dios la ha conducido para iniciar, aun sin saberlo, una obra nueva.
¿Por qué María Rosa es destinada a Tortosa?
La petición viene dada por parte del Ayuntamiento de Tortosa, al dirigirse a Sor Luisa Estivill, superiora del Hospital de Reus, superiora de María Rosa y aquella comunidad de Hijas de la Caridad, que enviasen a algunas hermanas para hacerse cargo de la Casa de Misericordia de Jesús, que está atravesando una situación difícil. Y Sor Estivill va a dar respuesta a esta petición, ¡voluntad de Dios!, envía así a cuatro hermanas a Tortosa, y entre ellas como superiora de esa pequeña comunidad va María Rosa.
La Casa de Misericordia se encuentra en el arrabal de Jesús, de diez a quince minutos de Tortosa pasando al otro lado del Ebro.
Su fachada recoge mucha historia y mucha caridad para contar, ¿Qué le esperaba a María Rosa y sus hermanas en este lugar?, nos dice la historia, una gran variedad de necesitados, desgraciados, desde minusválidos, enfermos ancianos, niños en el abandonado… ¡vamos!, muchas miserias humanas, un perfecto desorden de vida y de cosas de la misma casa, ¡qué impresión para aquella mujeres de Dios!. Pero ahí se quedan, ahí está la misión más esperada, más prometida, carencias…carencias…carencias… María Rosa, con toda esta experiencia y la ya traída desde Reus va forjando una vida con verdadero espíritu religioso, de entrega, de amor, de sacrificio, de temple humano, de trascendencia, de oración y comunión… Todos vieron en María Rosa el verdadero corazón de una Madre, mujer que desde su entrega hace su vida fecunda.
Antes de cumplir el mes en ese lugar, abre una pequeña escuelita para niños del Arrabal de Jesús y de los arrabales más próximos, porque desea formarlos y ganar sus corazones para Dios, éste es su celo apostólico, “ganar almas para Dios” desde cualquier atención.
Desde Tortosa van a pedir a María Rosa que asuma la dirección de una Escuela pública en esa misma ciudad, es en la calle Moncada donde se va a dirigir cada día para realizar este trabajo aceptado. Atravesando el Ebro para llegar a un sitio y al otro.
Un año después, 13 de abril de 1852, María Rosa se hace cargo de la administración del Hospital de la Santa Cruz de Tortosa que también atraviesa por una situación difícil.
Son tres los establecimientos donde vemos a María Rosa y sus hermanas en la misión confiada: Casa de Misericordia de Jesús, Escuela y Hospital en Tortosa.
Llega un momento importante en la vida de María Rosa y de esas hermanas, María Rosa viene trabajando en su interior una inquietud que ya había comunicado y propuesto a Sor Estivill, porque conoce que las Hijas de la Caridad, asociación religiosa a la que ella pertenece, no depende de la autoridad eclesial, y esto crea en María Rosa cierta preocupación, inquietud y otros deseos. Ella, sintiéndose “Hija de la Iglesia” desea estar bajo la autoridad y dirección de la amada Madre Iglesia, deseo alguna vez comunicado a la Superiora de la Corporación de Reus, donde no encuentra ninguna esperanza.
En Tortosa, específicamente en esa Casa de la Misericordia del Jesús, ocurre un acontecimiento importante. Algo nuevo desde el Espíritu se ha ido tejiendo, ha ido surgiendo, se está escuchando la Obra de esas hermanas. María Rosa, debe decidir, le cuesta la decisión de separase de la Hijas de la Caridad de Reus, pero…su pertenencia a la Iglesia, ese deseo de estar bajo las directrices de la Iglesia la impulsa a tomar la decisión, es la hora, llegó el tiempo, y tiene seguidoras. En las puertas de las Iglesias y en las veladas nocturnas se comenta que las Hermanas de la Caridad se llaman ahora Hermanas de la Consolación, “porque las Obras a las que se dedican éstas Hermanas es a consolar”
Así, en la Casa de la Misericordia de El Jesús nace la Consolación. Aquí escribe María Rosa la página más importante de su vida: una Fundación Religiosa que nunca se propuso, nunca pensó en ser fundadora, pero que impulsada por el Espíritu de Dios ve un nuevo horizonte, y sencillamente se deja conducir y actúa: nace la Fundación de la Congregación de Hermanas de la Consolación.
Pero la Madre quiso dejar a sus hijas bajo la protección de María la Virgen, haciendo llamar a esta nueva obra de la Iglesia: “Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación” (continúa en el punto 3)